MI OBISPO FAVORITO

De los más de 100 obispos que ha tenido Sigüenza, si hay uno que me llama la atención es D. Fadrique de Portugal. Y aunque los hubo más poderosos y ricos, no imagino a ninguno con la personalidad de D. Fadrique, capaz de lucir orgulloso apellido y escudo extranjeros por los más altos cargos de Castilla (y Aragón) y mandar enterrarse en una de las joyas del plateresco español creada por las mejores manos del momento.

Éste es Don Fadrique, un hombre discreto, bonachón, buen conversador y muy amante de la buena comida. En definitiva, un noble portugués con mucho de castellano y querido por todos. Y es que por sus venas corría sangre real portuguesa y castellana, lo que también pasaba con Isabel la Católica con la que compartía más de un antepasado en común.

Genealogía en común de D. Fadrique y de Isabel la Católica.

Por supuesto, fue su prima la que le enchufó en la corte castellana en 1501 donde ostentó uno de los cargos más codiciados, capellán de la reina Isabel. Allí pudo haber coincidido con nada menos que “Fernand Vasques de Arze, prior de Osma”[1] y hermano mayor del Doncel de Sigüenza.

Pero D. Fadrique no fue el primo tonto. En la corte se granjeó una reputación y supo ser una de las figuras más cercanas a los reyes. D. Fadrique estuvo presente cuando la reina dictó testamento y firmó como testigo en el documento (al igual que con el rey Fernando), lo que nos lleva a imaginar su presencia en una de las obras más icónicas del museo del prado, cumbre de la pintura historicista del siglo XIX.

Doña Isabel la Católica dictando su testamento, obra de Eduardo Rosales. Museo del Prado.

Tras una carrera ascendente dentro de la jerarquía eclesiástica llega al obispado de Sigüenza en 1512 tras dejar la sede segoviana, donde nos deja un rico terno que ya nos gustaría ver en Sigüenza frente a su retablo (aunque sea una réplica).

Parte del terno de D. Fadrique en la catedral de Segovia.

Pero no fue en Segovia ni en Sigüenza donde llegó al culmen de su carrera, sino en Barcelona cuando el emperador Carlos I le nombró virrey de Cataluña. Sí, pese a que Cataluña nunca fue un virreinato tuvo virreyes que funcionaban como representantes del rey en la región. Junto con la mitra seguntina, murió ostentando éste cargo en el que le sucedió nada menos que San Francisco de Borja.

Pero su corazón siempre estuvo donde descansa ahora, en Sigüenza. Prueba de ello son las constantes peticiones al emperador para viajar a su sede y aquí levantó para su descanso eterno su mayor obra, el conjunto escultórico del brazo norte de la catedral. Una de las obras más bellas del plateresco donde podemos poner cara a este buen hombre que “llamaba la atención por su destacada obesidad y barba rucia”[2]. Juzgad vosotros mismos.

twitter.com (@ipcepatrimonio)

[1] BAEZ, A. “Corte, Casa y Capilla Real de Isabel la Católica: un programa político”. Revista Chilena de Estudios Medievales Número 10, julio- diciembre 2016, 63-80. [2] OLEA ALVAREZ, P. A. “Sigüenza entre las dos Castillas y Aragón, IV, I. Los obispos del siglo XVI. Historia social política y religiosa de las tierras de su obispado”.