MAESTROS DE LA COSTURA CASTELLANA

Hoy se emite la semifinal de la tercera temporada de maestros de la costura, en la que veremos la prueba de exteriores en el castillo de Sigüenza, hoy parador nacional de turismo. En esta prueba los concursantes jugarán a ser costureros de la corte de Castilla para confeccionar el vestuario de dos damas de la nobleza ante Arantza Vilas, diseñadora del vestuario de Juego de Tronos. Pero ¿Cómo sería este programa en el siglo XVI?

Todo comenzaría con el obispo Pedro de la Gasca en el salón del trono, rodeado de ostentosos tapices, dando la bienvenida a su palacio episcopal a jurado y concursantes. La prueba sería presentada por Raquel Sánchez Silva con un vestido negro, de figura encorsetada pero de cuello lechuguilla, haciendo un guiño (sin parche) a la guadalajareña princesa de Éboli. El reto no variaría mucho, en lugar de hacer dos vestidos para unas damas se trataría de un par de vestuarios para el propio obispo, uno de diario y otro de liturgia.

El equipo naranja, encargado del vestuario de diario, tendría que realizar un conjunto compuesto por unas calcetas que deberán unirse a las calzas, unos zaragüelles, una faja, una sotana, una toca, una muceta y una capa. La pieza estrella sería la camisa, para cuya réplica cuentan con una treintena de modelos del propio obispo.

Por el contrario, el equipo verde sería el encargado de realizar el vestuario de liturgia. Contaría con la comodidad de hacerlo con las mejores telas, pero con un mayor número de piezas y de mayor complejidad como guantes, casulla, bocamangas, estola, manípulo, amito, capa pluvial y una mitra en la que deberán bordar el escudo del obispo. Algo así como la etiqueta que los concursantes tienen que coser a sus prendas.

El punto más importante de la prueba, como de costumbre, vendría en la elección de las telas. Nos podemos imaginar a los jueces analizando los más ricos paños traídos para su señoría desde el puerto de Laredo, uno de los puntos con más contacto con Países Bajos. Entre ellas se contaría la seda, el raso , el tafetán , el ruan, el venticuatreno, la tela de holanda y el anascote.

Sin duda, componer este vestuario sería una tarea complicada, de imposible factura en apenas un puñado de minutos incluso para los mismísimos jueces, pero gracias a este trabajo las piezas de estos costureros serán recordadas durante siglos. Al fin y al cabo, el sueño de todo maestro de la costura.